diumenge, 19 d’octubre del 2008

De Beren y Lúthien (I)

Entre las historias de dolor y de ruina que nos llegaron de la oscuridad de aquel entonces, hay sin embargo algunas en las que en medio del llanto resplandece la alegría, y a la sombra de la muerte hay una luz que resiste. Y de estas historias la más hermosa a los oídos de los Elfos es la de Beren y Lúthien. De sus vidas se hizo la Balada de Leithian, La Liberación del Cautiverio, que es la más extensa, salvo una de las canciones dedicadas al mundo antiguo; pero aquí se cuenta la historia con menos palabras y sin canto.

Se ha dicho que Barahir se negó a abandonar Dorthonion y que allí Morgoth lo persiguió a muerte, hasta que por fin sólo quedaron con él doce compañeros. Ahora bien, el bosque de Dorthonion se extendía hacia el sur hasta los páramos montañosos; y al este de esas altas tierras había un lago, Aeluin, con brezales silvestres alrededor, y esa tierra no tenía ningún sendero y era indómita, pues ni siquiera en los días de la Larga Paz había vivido alguien allí. Sin embargo, las aguas del Tarn Aeluin eran veneradas; claras y azules durante el día, parecían de noche un espejo para las estrellas; y se decía que la misma Melian había consagrado esas aguas en días de antaño. Allí se retiraron Barahir y sus compañeros proscritos, e hicieron de ese lugar su guarida, y Morgoth no pudo descubrirlo. Pero el rumor de los hechos de Barahir y sus compañeros se extendió hasta muy lejos; y Morgoth ordenó a Sauron que los encontrara y los destruyera.

Ahora bien, entre los compañeros de Barahir estaba Gorlim hijo de Angrim. Su esposa se llamaba Eilinel, y grande era el amor que se tenían, antes de que llegara el mal. Pero Gorhm, al volver de la guerra, encontró su casa saqueada y abandonada; su esposa había desaparecido; si muerta o raptada, él no lo sabía. Entonces acudió a Barahir, y de toda la compañía fue el más feroz y desesperado; pero la duda le roía el corazón, pensando que quizás Eilinel no estuviera muerta. A veces partía solo y en secreto y visitaba su casa que todavía estaba en pie en medio de los campos y los bosques que otrora fueran suyos; y esto llegaron a saberlo los servidores de Morgoth.




Barahir y sus compañeros proscritos frente a las aguas de Tarn Aeluin


En un día de otoño, llegó a la casa a la caída del sol, y al acercarse le pareció ver una luz en la ventana; y avanzando con cautela miró dentro. Allí vio a Eilinel, y la cara de ella estaba devastada por el dolor y el hambre, y le pareció oír que se lamentaba de que él la hubiera abandonado. Pero cuando la llamó a grandes voces, la luz se apagó en el viento, aullaron los lobos, y de súbito sintió en los hombros las pesadas manos de los cazadores de Sauron. De este modo se le tendió la trampa a Gorlim; y llevándolo al campamento, lo atormentaron con el propósito de averiguar el escondite de Barahir y todas sus andanzas. Pero Gorlim nada dijo. Entonces le prometieron que sería puesto en libertad y devuelto a Eilinel si cedía; y por fin, abrumado por el dolor y añorando estar con su mujer, vaciló. Entonces, sin más, lo condujeron a la espantosa presencia de Sauron; y Sauron dijo: —Me entero ahora de que estás dispuesto a hacer trato conmigo. ¿Cuál es tu precio?

Y Gorlim respondió que quería volver a ver a Eilinel y con ella ser puesto en libertad; porque creía que también Eilinel estaba cautiva.

Entonces Sauron sonrió diciendo: —Pequeño precio en verdad por tan gran traición. Así será entonces sin duda. ¡Habla!

Gorlim habría callado entonces, pero intimidado por los ojos de Sauron dijo por fin todo lo que este quería saber. Entonces Sauron rió; y se burló de Gorlim, y le reveló que sólo había visto a un fantasma inventado por hechicería, para atraparlo; porque Eilinel estaba muerta. —No obstante, accederé a tu ruego —dijo Sauron—, e irás al encuentro de Eilinel y te libraré de mi servicio—. Entonces hizo que le diesen una muerte cruel.

De este modo se reveló el escondite de Barahir, y Morgoth tendió su red sobre él; y los Orcos, acercándose en las horas silenciosas de antes del alba, sorprendieron a los Hombres de Dorthonion y los mataron a todos, salvo a uno. Porque Beren, hijo de Barahir, había sido enviado por su padre en una misión peligrosa, a espiar los pasos del Enemigo, y se encontraba muy lejos cuando la guarida fue tomada. Pero mientras dormía en la noche del bosque, soñó que unas aves alimentadas de carroña se apretaban como hojas en las ramas desnudas de los árboles que crecían junto a una ciénaga, y que la sangre goteaba de sus picos. Entonces Beren vio en el sueño que una forma se le acercaba por encima del agua, y era el espectro de Gorlim; y el espectro le hablo confesando su traición y su muerte, y le pidió que se diera prisa para advertírselo a su padre.

Entonces Beren despertó y se apresuró en la noche, y regresó a la guarida de los proscritos en la segunda mañana. Pero al acercarse, las aves carroñeras levantaron vuelo y se posaron en los alisos junto a Tarn Aeluin, y graznaron burlonas.

Allí sepultó Beren los huesos de su padre y levantó sobre él un túmulo de piedras, y prometió que lo vengaría. Por tanto persiguió primero a quienes habían matado a su padre y a los suyos, y encontró de noche el campamento de los Orcos junto a la Fuente del Rivil sobre el Marjal de Serech, y hábil como era para trasladarse en los bosques, pudo acercarse sin ser visto al fuego del campamento. Allí se jactaba el capitán de sus hazañas, y levantó la mano de Barahir que había tronchado para mostrársela a Sauron como señal de que la misión había sido cumplida; y el anillo de Felagund estaba en esa mano. Entonces Beren saltó de detrás de una roca y mató al capitán, y tomando la mano y el anillo, escapó defendido por los hados; y los Orcos desconcertados lanzaron en desorden sus flechas.

Desde entonces, durante cuatro años más erró Beren por Dorthonion, como proscrito solitario; pero se hizo amigo de los pájaros y las bestias, y éstos lo ayudaron y no lo traicionaron, y en adelante no comió carne ni mató a ninguna criatura que no estuviera al servicio de Morgoth. No temía la muerte, sino sólo el cautiverio, y como era audaz y estaba desesperado, escapó no sólo de la muerte, sino también de las prisiones; y las hazañas de su solitario atrevimiento tuvieron renombre en toda Beleriand, y las historias de esas hazañas llegaron aun a Doriath. Por fin Morgoth puso a su cabeza un precio no menor al precio de la cabeza de Fingon, Rey Supremo de los Noldor; pero los Orcos no iban detrás de él, y huían cuando se decía que andaba cerca. Por tanto se envió contra él un ejército al mando de Sauron; y Sauron llevó consigo licántropos, bestias salvajes habitadas por espíritus espantosos que él les había puesto.




Beren cruzando a traves de Ered Gorgoroth

Toda esa tierra rebosaba ahora de mal, y todas las criaturas limpias la evitaban; y tanto se presionó a Beren, que por último se vio forzado a huir de Dorthonion. En tiempos de invierno y de nieve abandonó la tierra y la tumba de su padre, y subiendo a las altas regiones de Gorgoroth, las Montañas del Terror, divisó a lo lejos la tierra de Doriath. Allí le dijo el corazón que descendería al Reino Escondido, no hollado todavía por pie mortal.

Terrible fue su viaje hacia el sur. Los precipicios de Ered Gorgoroth eran escarpados, y debajo había sombras poco antes que se levantara la Luna. Más allá se encontraba el descampado de Dungortheb, donde la hechicería de Sauron y el poder de Melian estaban juntos, y el horror y la locura andaban sueltos. Allí habitaban las arañas de la raza feroz de Ungoliant, tejiendo las telas invisibles en las que quedaban atrapadas todas las criaturas; y allí erraban monstruos nacidos durante la larga oscuridad, antes del nacimiento del Sol, que iban de caza en silencio mirando alrededor con múltiples ojos. No había alimento para Elfos ni Hombres en esa tierra maldita, sino sólo muerte. Ese viaje no fue la menor de las grandes hazañas de Beren, pero luego nunca se refirió a él, temiendo que el horror lo dominara otra vez; y nadie sabe cómo pudo orientarse y encontrar senderos que ningún Hombre o Elfo se había atrevido a hollar hasta entonces, y llegar a las fronteras de Doriath. Y atravesó los laberintos que Melian había tejido en torno al reino de Thingol, como ella lo había previsto; porque una gran maldición pesaba sobre él.

5 comentaris:

Anònim ha dit...

Veus, amb tot això de les coses fantàstiques aquestes no m'hi acabo de trobar tampoc. No he vist ni el senyor de los anillos, imagina't.

Fingolfin ha dit...

el silmarillion em va atrapar, relats d'una subcultura trobo jo, mes que no pas una fantasia

pero es clar, es molt subjectiu, el fet que un grup que m'agrada de fa tant temps -summoning- bases les seves lletres en els relats del simarillion fa que fins i tot, per mi, hi hagi una banda sonora

Anònim ha dit...

Clar, per tu tot està lligat. Normal.
Per cert, el hotmail el vas llegint o ja no? Ho dic per enviar-te coses allà o ho derivo tot cap aquí?

Fingolfin ha dit...

el hotmial el miro pero poc, un cop per setmana o aixi, miro a diari el correu de la uab i el blog

enllaços i aixi els pots posar aki si vols... fes com vulguis... pots anunciar els teus concerts aki sense problema tambe

Anònim ha dit...

Molt rebé!!
Els concerts trigaran a venir per això. Amb Hidem estem de reformes (la Mariona va venir al concert de "comiat"!!). Ha marxat el teclista i mirem de reempendre, però no se jo...
Ara he muntat un grup paral·lel nano.... aquest si que fa bona pinta!!! Hem quedat un cop i prou però mai havia disfrutat tant tocant. Brutal. Els membres els he triat jo, colegues d'olesa, de la uni i grups anteriors. Aquest si que promet. Ja aniré informant.