dimecres, 21 de maig del 2008

La historia de Fingolfin (VII)

Asi por ultimo los Teleri fueron vencidos, y gran parte de los marineros que vivian en Alqualondë fueron muertos vilmente. Porque la desesperacion habia vuelto feroces a los Noldor, y los Teleri contaban con menos gente y casi no tenian otras armas que unos arcos delgados. Entonces los Noldor se apoderaron de los navios blancos y cada remo fue manejado por el mejor tripulante con que pudieron contar, y se alejaron hacia el norte a lo largo de la costa.

De la Matanza de los Hermanos de Alqualondë se dice algo mas en el lamento llamado Noldolante, la Caida de los Noldor, que Maglor compuso antes de perderse.


No obstante, la mayor parte de los Noldor logro escapar, y cuando ceso la tormenta, mantuvieron el rumbo, algunos en barco y otros por tierra; pero el camino era largo y a medida que avanzaban sobrevenian nuevos males. Despues de haber marchado largo tiempo en la inmensa noche, llegaron por fin a los confines septentrionales del Reino Guardado, en los bordes del desierto baldio de Araman.

Alli vieron de pronto una figura oscura, de pie sobre una roca, que contemplaba la costa desde lo alto. Dicen algunos que era el mismo Mandos, y no un heraldo de Manwë de menor cuantia. Y oyeron una voz alta, solemne y terrible que les ordeno detenerse y prestar oidos. Todos se detuvieron entonces y permanecieron inmoviles, y de extremo a extremo de las huestes de los Noldor se escucho la voz que pronunciaba la maldicion y la profecia denominada la Profecia del Norte y el Hado de los Noldor. Mucho se predijo en palabras oscuras que los Noldor solo comprendieron cuando sobrevinieron los males; pero todos oyeron la maldicion pronunciada contra los que no quisieran quedarse ni solicitar el juicio y el perdon de los Valar.

—Lagrimas innumerables derramareis; y los Valar cercaran Valinor contra vosotros, y os dejaran fuera, de modo que ni siquiera el eco de vuestro lamento pasara por sobre las montañas. Sobre la Casa de Fëanor la colera de los Valar cae desde el Occidente hasta el extremo Oriente, y sobre todos los que los sigan caera del mismo modo. El juramento los impulsara, pero tambien los traicionara, y aun llegara a arrebatarles los mismos tesoros que han jurado perseguir. A mal fin llegara todo lo que empiecen bien; y esto acontecera por la traicion del hermano al hermano, y por el temor a la traicion. Seran para siempre los Desposeídos.


Habeis vertido la sangre de vuestros parientes con injusticia y habeis manchado la tierra de Aman. Por la sangre devolvereis sangre y mas alla de Aman morareis a la sombra de la Muerte. Porque aunque Eru os destino a no morir en Eä, y ninguna enfermedad puede alcanzaros, podeis ser asesinados, y asesinados sereis: por espada y por tormento y por dolor; y vuestro espiritu sin morada se presentara entonces ante Mandos. Allí morareis durante un tiempo muy largo, y añorareis vuestro cuerpo, y encontrareis escasa piedad, aunque todos los que habeis asesinado nieguen por vosotros. Y a aquellos que resistan en la Tierra Media y no comparezcan ante Mandos, el mundo los fatigara como si los agobiara un gran peso, y seran como sombras de arrepentimiento antes que aparezca la raza mas joven. Los Valar han hablado.



La batalla de Alqualondë


Entonces muchos se lamentaron; pero Fëanor endurecio su corazon y dijo:
—Hemos hecho un juramento y no a la ligera. Lo mantendremos. Se nos amenaza con muchos males y no es el menor de ellos la cobardia: pero hay algo que no se dijo: que padezcamos hoy de cobardia, de pusilanimidad o de miedo a la pusilanimidad. Por tanto os digo que seguiremos adelante, y este destino pronostico: que los hechos que hagamos seran temas de muchas canciones hasta los ultimos dias de Arda.

Pero a esa hora Finarfin abandono la marcha, y se volvio con pena y amargura contra la Casa de Fëanor. Y muchos de los suyos fueron con el entristecidos, y tomaron el camino de vuelta, hasta que contemplaron una vez mas el rayo distante de la Mindon sobre Tuna.
Pero los hijos de Finarfin no estaban con el, pues no quisieron abandonar a los hijos de Fingolfin; y todo el pueblo de Fingolfin siguio adelante, aun sintiendose empujado por la gente de su propio linaje y por la voluntad de Fëanor, y temiendo enfrentar el juicio de los Valar.
Los Noldor llegaron por fin al norte de Arda; y vieron los primeros dientes del hielo que flotaba en el mar, y supieron que estaban acercandose al Helcaraxë. Porque entre la Tierra de Aman que en el norte se curvaba hacia el este, y las costas orientales de Endor (la Tierra Media) que llevan hacia el oeste, habia un estrecho angosto por el que fluian juntas las aguas heladas del Mar Circundante y las olas del Belegaer, y habia vastas nieblas y vapores de frio mortal, y en las corrientes marinas navegaban colinas estruendosas de hielo, y el hielo crujia bajo el agua. Asi era el Helcaraxë, y nadie habia osado hollarlo todavia, salvo los Valar y Ungoliant.

Por tanto Fëanor hizo alto y los Noldor discutieron que camino seguir. Pero el frio y la niebla viscosa que el fulgor de las estrellas no podia horadar, empezaron muy pronto a atormentarlos, y muchos lamentaron haber tomado ese camino, y empezaron a murmurar, especialmente los que seguian a Fingolfin, maldiciendo a Fëanor y acusandolo de ser la causa de todos los males de los Eldar. Pero Fëanor, enterado de todo lo que se decia, se reunio en consejo con sus hijos; y les parecio que solo dos caminos podian llevarlos lejos de Araman, y llegar asi a Endor:
Por los estrechos o por barco.
Pero al Helcaraxë lo consideraron infranqueable, y los barcos no eran suficientes.