divendres, 9 de maig del 2008

La historia de Fingolfin (VI)

Por fin, despues de un prolongado debate, prevalecio Fëanor, y a la mayor parte de los Noldor alli reunidos inflamo con el deseo de nuevas cosas y paises extraños. Por tanto, cuando Finarfin hablo aun otra vez pidiendo reflexion y tiempo, un gran grito se alzo:
—¡No, partamos!—. Y sin dilacion Fëanor y sus hijos se prepararon para emprender la marcha.

A los Valar les ofendia que se los hubiese acusado de malas intenciones para con los Eldar, o de que retuvieran a alguien por la fuerza. Ahora observaban y esperaban, porque no creian todavia que Fëanor pudiera someter a los Noldor. Y en verdad cuando Fëanor empezo a dar ordenes a los Noldor para ponerse en camino, las discusiones comenzaron. Porque aunque habia persuadido a la asamblea de que era necesario partir, no todos pensaban que Fëanor tuviese que ser el Rey. Fingolfin y sus hijos eran los mas amados, y los de su casa y la mayor parte de los habitantes de Tirion se negaron a abandonar a Fingolfin, si el los acompañaba; y asi por fin, como dos huestes separadas, emprendieron los Noldor el amargo camino.
Fëanor y sus seguidores iban a la vanguardia, pero la hueste mayor iba detras, fiel a Fingolfin; y este marchaba de mala gana y solo porque se lo pedía Fingon, su hijo, y porque no queria separarse de su pueblo que ansiaba partir, ni dejarlos librados a los precipitados consejos de Fëanor. Tampoco olvidaba lo que habia dicho ante el trono de Manwë.

Pero mientras resonaba la trompeta y salia Fëanor por las puertas de Tirion, llego por fin un mensajero de Manwë diciendo:
—A la locura de Fëanor se opone sólo mi consejo. ¡No partais! Porque es mala hora, y vuestro camino os conduce a una pesadumbre que no preveis. Ninguna ayuda os prestaran los Valar en esta empresa; pero tampoco os la entorpeceran; porque esto os digo: como vinisteis aqui libremente, libremente partireis.
Pero tu, Fëanor, hijo de Finwë, por tu juramento estas exiliado. Aprenderas en la amargura que Melkor ha mentido. Vala es, dices. Pues entonces has jurado en vano, porque a ninguno de los Valar puedes vencer ahora ni nunca dentro de las estancias de Eä, ni aunque Eru, a quien nombras, te hubiera hecho tres veces mas grande de lo que eres.
Entonces Fëanor, volviendose al heraldo, grito:
—Di esto a Manwë Sulimo, Ilustre Rey de Arda: si Fëanor no puede destruir a Morgoth, cuando menos no vacila en atacarlo, ni se queda sentado y lamentandose. Y quiza haya puesto Eru en mi un fuego mayor que el que tu sospechas. Al menos abrira tal herida al Enemigo de los Valar que aun los poderosos reunidos en el Anillo del Juicio se asombraran al oirlo. Si, al fin me seguiran. ¡Adios!



Las naves de los Teleri (click para ampliar)


Conducia ahora Fëanor a los Noldor hacia el norte, pues ante todo queria seguir a Morgoth. Pero al irse enfriando la mente de Fëanor y cobrando tino, entendio demasiado tarde que esas grandes huestes nunca sobrepasarian las largas leguas hacia el norte, ni cruzarian los mares, excepto con la ayuda de una flota. Por tanto, resolvio persuadir a los Teleri, aquellos Eldar que vivian en la costa, siempre amigos de los Noldor, de que se les unieran.
Pero de cuanto pudo decir nada movio a los Teleri. Estaban en verdad apenados por la partida de parientes y viejos amigos, y parecian mas dispuestos a disuadirlos que a prestarles ayuda; y no quisieron prestar ningun barco, ni ayudar a construirlo contra la voluntad de los Valar.

Fëanor se alejo entonces, y ya fuera de los muros de Alqualondë se sintio acosado por negros pensamientos, hasta que sus huestes estuvieron reunidas. Cuando juzgo que contaba con tropas suficientes marcho hacia el Puerto de los Cisnes y se puso a dar ordenes a los barcos alli anclados y a apoderarse de ellos por la fuerza.
Pero los Teleri se le resistieron y arrojaron a muchos Noldor al mar. Entonces se desenvainaron las espadas y se desencadeno una amarga batalla en los barcos y en los muelles y malecones iluminados por lamparas, y hasta sobre el gran arco de las puertas.
Tres veces la gente de Fëanor fue rechazada y muchos murieron de ambos bandos; pero la vanguardia de los Noldor recibio el socorro de Fingon con los primeros de la hueste de Fingolfin, que al llegar y descubrir que se libraba una batalla en la que moria gente de su propio linaje, se unieron a ella sin conocer bien el motivo de la lucha; algunos creyeron que los Teleri intentaban impedir la marcha de los Noldor por orden de los Valar.