Los comentarios, en este caso breves, son como siempre de Leontxo García.
Felicidades a @centripeta que aunque no lo ha publicado aquí, me dio la solución vía twitter.
Atraveso Dor—nu—Fauglith como un viento entre el polvo, y aquellos que alcanzaban a verlo pasar huian azorados, creyendo que habia llegado el mismo Oromë; porque corria dominado por una colera enloquecida, y los ojos le brillaban como los ojos de los Valar.
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